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Convento de Maní, frescos del siglo XVI, detrás del retablo del altar mayor
Los conventos del país maya en el siglo XVI
Los primeros conventos dominicanos, franciscanos y a veces agustinos o mercedarios, fueron primero construidos con materiales perecederos (paredes de madera y barro, techo de paja) al ejemplo de las construcciones civiles mayas.
Los reconstruyeron con materiales nobles a partir de los años 1550 y hasta fines de siglo. En Guatemala y Chiapas, fueron modificados muchas veces en el transcurso de los siglos XVII y XVIII, después de los frecuentes terremotos. Yucatán, en cambio, protegido contra los sismos, cuenta todavía con numerosos conventos edificados en el siglo XVI y conservados casi en su forma original.
En Yucatán se puede hoy día recorrer una « ruta de los conventos », principalmente franciscanos, llegando de Mérida hasta Uxmal; hay otros conventos, en pueblos aislados, fuera de aquel recorrido.
Fray Juan de Mérida, un franciscano arquitecto
"El primero que segun la antiguedad del tiempo me ocurre es Fr. Juan de Mérida. Fué uno de los conquistadores temporales de esta tierra, y dejando lo que en la conquista habia granjeado, recibió el hábito de nuestra religion para lego en el convento de la ciudad de Mérida, y tan recien venidos los primeros religiosos que por la tabla del primero capítulo custodial consta era yá profeso, y está en ella asignado por morador del convento de Izamal. Era arquitecto, y así proveyó Dios á la provincia de Maestro que hiciese temples donde su Divina Magestad fuese adorado y reverenciado de los nuevos cristianos que entónces se bautizaban. Edificó gran parte del convento y iglesia antigua del convento de Mérida. Todo el convento y iglesia de Maní, el de Izamal, el de S. Bernardino de Sisal en la villa de Valladolid y parte de otros, que son fábricas muy fuertes y bien obradas, y se muestra su maestría y trabajo en ellos."
Los indios construyeron los conventos
"Y para que no se haga dificil el crédito de haber edificado tantos conventos, digo que el número de indios que trabajaban era muy grande. Todo el convento y iglesia de Maní se dice que se hizo en siete meses, pero fué dando el cacique, que habia sido señor de aquel territorio, seis mil indios que trabajaron en la fábrica. A muchos enseñó este bendito religioso la de albañilería y cantería, y dispuso las cosas de suerte que se acababan con tanta brevedad. Como esta tierra estaba tan abundante de indios, y regados sus corazones con la divina gracia, los ministros con espíritu celestial todo parece que se facilitaba. No por estos trabajos corporales faltaba á los ejercicios del espíritu, pasando en oracion mucha parte de la noche, y á todo le ayudaba el Señor, dándole fuerzas bastantes. Murió en el convento de Mérida con mucha opinion de virtud y santidad."
(Diego López de Cogolludo, Historia de Yucatán, libro 8, capítulo 3)
Maqueta virtual del convento de Maní
Se divisan al centro la capilla abierta (la más grande de Yucatán) y, detrás, el claustro. La fachada de la iglesia está saliente a la derecha
La arquitectura de los conventos franciscanos del Yucatán
Los conventos se encuentran la mayor parte del tiempo cerca de una corriente de agua. En Yucatán, recubren a veces un cenote (cima natural en la roca caliza, dando acceso a la capa de agua subterránea). Es el caso en Maní y en Valladolid. Las norias permiten de levantar el agua (permanecen en Maní, Mama y Valladolid).
El plano de los conventos está calcado sobre el modelo español de la época, con adaptaciones a las costumbres religiosas de los Mayas y a las necesidades de la evangelización.
El convento tiene una arquitectura sencilla, conforme con las exigencias de pobreza de las ordenes mendicantes. La iglesia tiene la forma de una iglesia-mercado (con una sola nave, sin naves laterales). Está abovedada. El coro está a veces enriquecido con una bóveda gótica.
El decorado interior se limitaba a pinturas murales (quedan algunas en Izamal, Maní, Valladolid…). La profusión barroca alcanzará el país maya durante los siglos posteriores; los retablos, las esculturas y los cuadros, los añadieron en los siglos XVII y XVIII.
Los muros exteriores tienen pequeñas ventanas, situadas a una gran altura. Están a menudo almenados, a la morisca. Estos edificios sirvieron a veces de refugio a los españoles pero su apariencia de fortaleza no buscaba más que impresionar. Sólo la portada recibe un decorado. El claustro es angosto (los monjes no eran numerosos al principio, a veces sólo dos por convento). Las celdas de los frailes están en el segundo piso, los locales comunes (cocina, refectorio, biblioteca, escuela…) en el piso bajo. El cementerio está junto al convento, al norte. Una huerta (hortelano y vergel) está detrás del convento.
Antes de la conquista, les ceremonias religiosas mayas se celebraban al aire libre, frente a las pirámides o a las plataformas. Los conventos reanudan con esta disposición. El edificio está precedido al oeste de un atrio o de una gran esplanada, a veces rodeada de tapias. La misa y la predicación reunen muchedumbres (los Mayas eran numerosos, antes de la irrupción de las epidemias) en este lugar, frente a una « capilla abierta » donde está alojado un altar.
Una ramada era construida frente a las capillas abiertas
Una descripción de la ramada :
"En el compás ó patio del convento [...], está hecha una ramada de madera, cubierta de guano que son hojas de ciertas palmas muy grande, ancha y larga, capaz de mucha gente, con tal curiosidad que en toda ella no hay clavo ni soga, y con todo eso es fortísima; no tiene paredes, para que así esté desahogada y entre el aire por todas partes, sino unos horcones, postes ó columnas de madera recísima sobre que está fundada, atada toda con bejucos, los cuales (como queda dicho) son como mimbres, muy correosos. En aquella ramada se junta el pueblo á oir sermón y misa, la cual se le dice en una capilla grande que está al principio de la mesma ramada; oficiánla los indios desde el coro, que está al un lado desta capilla, en el cual suele también estar la pila del baptismo, y al otro lado está la sacristía. Desta manera está en todos los pueblos de la provincia, así donde hay convento como donde no le hay, porque así es menester por el excesivo calor que allí hace, aunque en algunos pocos pueblos tienen el baptisterio en la mesma capilla, y en otros le tienen en pieza y aposento particular." (Antonio de Ciudad Real, Tratado curioso y docto de las grandezas de la Nueva España, Vol II, Cap CXLIII)
En las cuatro esquinas del atrio se encuentran pequeñas capillas llamadas posas, las cuales sirven de etapas para las procesiones (siempre al exterior) y de locales para el catecismo.
Los conventos de los dominicos, quienes se agrupaban en las ciudades, eran mayormente más importantes que los de los franciscanos, quienes privilegiaban las pequeñas implantaciones dispersadas en el territorio. Los frailes repartieronse espontáneamente los territorios, los franciscanos encargándose de Yucatán, los Dominicos de Chiapas y de Guatemala.
Maní, Pueblo Magico, 2021
El convento de San Miguel Arcángel en Maní
Los Franciscanos, guiados por el fraile Francisco de Villalpando, se instalaron en Maní en 1547. Fue fundado el convento en 1549 y edificado bajo la dirección de Juan de Mérida, con la ayuda de los indios Xiues, aliados de los españoles. Juan de Herrera instaló allí una escuela para los niños de los "principales" indigenas. La iglesia, de una sola nave, encierra retablos del siglo XVII, dedicados a San Antonio, a la Virgen de la Luz, a la Asunción y a la Sagrada familla. Se descubrieron hace poco frescos manieristas del siglo XVI. El convento conserva una de sus capillas « pozas » y una noria, para sacar el agua del cenote abajo. Maní es el lugar donde Diego de Landa organizó en 1562 un auto de fe en contra de los indios idólatras y quemó numerosos codices y estatuas mayas.
"El convento de Maní tiene el tercero lugar de antigüedad entre los de esta provincia desde la primera tabla capitular custodial del año de 1549. Su iglesia es de nave de bóveda, y conjunta otra de los indios, titular de las dos San Miguel Arcangel. Sus visitas son Santiago de el pueblo de Zán, Santa Maria Magdalena del de Tipikal, la de San Pedro Apóstol del de Chapab. Fundaron los primeros padres en Maní un hospital, entendiendo hubiese algun modo de renta, para curar á los indios pobres en él, y no la hubo. Permanece el edificio, y su capilla sirve á los cofrades de la Vírgen de aquella cabeza, y del pueblo de Tipikal. Otros se fundaron, que por el mismo defecto se perdieron, y asi no haré relacion de ellos."
(Diego López de Cogolludo, Historia de Yucatán, libro 4, capítulo 20)
Plano del convento de Maní, con la sección de la iglesia que se agregó en el siglo XVIII
(Tomado de: Marisol Ordaz Tamayo, Arquitectura religiosa virreinal de Yucatán, Universitat Politécnica de Catalunya, Barcelona, 2004)
El padre comisario Fray Alonso Ponce visita el convento de Maní (1588)
"Jueves veintidos de septiembre [de 1588] … el padre comisario [Fray Alonso Ponce] … llegó temprano al pueblo y convento de Maní. A la una legua había hecha una gran ramada con algunos ranchos en que estaban muchos indios principales, para dar recado si acaso alguno de los frailes llevase necesidad de desayunarse; en toda la otra legua siempre fue encontrándose indios de Maní y de otros pueblos de aquella guardianía, de a pie y de a caballo, que salían a verle y a recibirle, y entre ellos salió el corregidor de aquella provincia. Desde la entrada del pueblo hasta la puerta del patio del convento hubo muchas ramadas, y en cuatro o cinco dellas estaba en lo alto, en cada una, una capilla de indios cantores, cantando motetes a canto de órgano, las otras tenían un juego de títeres muy graciosos, y allá en la última había muchas cruces, andas y pendones, y en todas ellas gran multitud de indios e indias. Acudieron después los principales, con presentes de muchas gallinas de la tierra, melones, pitahayas, iguanas, candelas y rolletes de cera blanca, miel y plátanos y otras frutas. "Es el pueblo de Maní el mayor de aquella provincia, tenía más de tres mil tributarios y hay en él mucha gente ahidalgada, y que en policía y viveza parece que hacen ventaja a los demás; han sido y son los de Maní muy devotos de nuestro estado, muy domésticos y obedientes a nuestros frailes. Éstos de Maní fueron los primeros que enviaron a ofrecer la paz a los españoles, y los que de paz los recibieron cuando entraron en Yucatán. [...]
Maní, 2021
"El convento de Maní (cuya vocación es de San Miguel) está acabado, con su claustro alto y bajo, dormitorios, celdas y iglesia; todo es de cal y canto, y la iglesia de bóveda, con su capilla de lo mesmo y algunos lazos de cantería; tiene una bonita huerta, en que hay muchos naranjos, plátanos, guayabos, aguacates, ciruelos y algunos cocos, y riégase todo con el agua que se saca con otra anoria que está en la mesma huerta. Los indios tienen una ramada grandísima y muy vistosa, de más de doscientos pies de largo y de más de ochenta de ancho; en ésta tienen, arrimada al convento, su capilla, hecha de cal y canto y de bóveda, con algunos lazos, y a ésta llaman San Francisco. Sobre esta ramada se ponen cada día, muchos años ha, poco antes de anochecer, dos pájaros llamados en aquella lengua guequenbac, y a veces no más de uno, aguardando a que salgan los murciélagos, de que hay mucha abundancia en aquella tierra, y en viendo salir alguno luego se abaten y abalanzan a él, y sin remisión le cogen; parecen estos pájaros mucho a los alcotanes. Aquella ramada está dentro de un patio cuadrado, en que hay muchos naranjos puestos por orden, y cuatro capillas, en cada esquina la suya. Dentro deste patio, arrimada a la iglesia, está la escuela de los indios, la mejor de toda aquella provincia, de donde más y mejores cantores salen, porque tienen renta para los maestros y fiscales, y así se tiene en todo muy gran cuidado. Puso en orden aquella escuela, en tiempos pasados, un fraile lego llamado fray Juan de Herrera, muy hábil y de muy buenas trazas y gobierno, el cual enseño muchos nauatlatos de nuestra lengua castellana y con deseo de padecer martirio pasó después a la de México y de allí a los chichimecas, donde le mataron aquellos infieles bárbaros. Para el servicio desta escuela hay otra anoria dentro della, de donde llevan encañada agua a una pila que está en el patio de la iglesia, para que beba la gente en las pascuas y otras fiestas solemnes en que hay concurso de indios. Moraban en aquel convento cuatro religiosos; visitólos el padre comisario, y detúvose con ellos cuatro días; todos los indios de aquella guardianía son mayas." (Antonio de Ciudad Real, Tratado curioso y docto de las grandezas de la Nueva España, Vol II, Cap CLIV, p 366-369)
El relato del viaje de Fray Alonso Ponce por la ruta de los conventos en Yucatán, está en la página "La ruta de los conventos de Yucatán en el siglo XVI"
La ruta de los conventos de Yucatán en el siglo XVI
El claustro del convento de Maní
Para contrarrestar los rigores del clima, los frailes contruyeron el pequeño claustro en corredores que apenas pasan en anchura al espesor de los muros, tal como vemos en los edificios mayas
El convento de Maní, tres siglos después (1842):
"Hacia la
tarde nos dirigimos a la iglesia y al convento [de Maní], que entre las
mayores estructuras de aquel género erigidas en Yucatán, puede contarse por
los más atrevidos monumentos del cielo y los trabajos apostólicos de los
antiguos franciscanos. Uno y otro habían sido fabricados por Fr. Juan de
Mérida, quien se distinguió como guerrero y conquistador, pero al fin, colgó
su espada para revestirse el hábito monacal... Concluyéronse ambas fábricas,
según refiere CogolIudo (tomo II, pág. 96), en el corto espacio de siete
meses, habiendo contribuido el cacique, aquél que había sido el Régulo del
país, con el trabajo de seis mil indios.
(John Lloyd Stephens, Viaje a Yucatán, vol. 2, trad. de Juan Luís Bonor Villarejo, Madrid, Dastin, 2002, p. 193.)
R. Flores Guerrero, Las capillas posas de México, Enciclopedía mexicana de Arte, México D. F., 1954
El incendio de Maní (abril 1848) durante la Guerra de Castas
"La fuerza de Cecilio Chí que había salido de Tinum con destino á nuestras fronteras, cayó repentinamente sobre el pueblo de Maní, cuyos habitantes vivían desprevenidos, por la confianza que tenían en los convenios de Tzucacab, y con cuyo motivo los invasores no encontraron ninguna clase de resistencia. Pudieron cebarse, pues, en aquella poblacion indefensa, y además de haberla reducido á cenizas, asesinaron á mas de doscientas personas en sus casas, en las calles y en el mismo templo. Un sacerdote que pudo escapar casi desnudo de aquella horrible matanza, fué el primero que llevó á Oxkutzcab la triste noticia, en los momentos que comenzaban á hacerla sospechar las columnas de humo que levantaba el incendio. […]
Rotos de hecho los tratados de Tzucacab con los dos sucesos que acabamos de referir, Jacinto Pat comenzó á hacer sus preparativos para emprender la campaña con nuevo vigor. Don Miguel Barbachano se regresó á Mérida y el general Llergo comenzó á dictar medidas para evitar otra sorpresa como la de Maní."
(Eligio Ancona, Historia de Yucatan desde la época mas remota hasta nuestros dias, Parte cuarta, La guerra social, Capítulo VII, Mérida, 1880.)
Portada del libro de Severo del Castillo, Cecilio Chi, Editorial Club del Libro, 1949
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El convento de Maní, en Yucatán, edificado por Juan de Mérida. A la izquierda, la gran capilla abierta. Al centro, la fachada de la iglesia. Una estatua del arcángel San Miguel está colocada sobre la fachada. En la cúspide se levantan dos campanarios calados (espadañas). “Ora pronobis me Michael princeps in ecclesia christi Aleluya” se lee claramente en la restaurada fachada del templo
Convento de Maní. La capilla abierta
Convento de Maní. San Miguel
El convento de Maní en 2023
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